Cuando me deleito en el sabor de la vida, observo con especial atención los instantes que renuevan la existencia, dejo ir todo aquello que ya se transformó, experimento a la mujer, a la niña que me abraza y brinca en especial algarabía. Soy nuevamente un alma que explora el mundo y sus sonidos, esos mismos que me llevan a otros mundos.

Agradezco cada paso de mis pies, a veces inseguros y otras tantas tan poderosos que cuando estoy en su caminar, creo no alcanzar los destinos. Igual siempre los pasos me llevan con certezas de caminos que reconozco, ya vividos. Es tan inexplicable y aun así tan cierto el propósito que va intrínseco en cada célula y que vibra y resuena en el universo.

Es por esta razón que todo toma un rumbo que desconozco y que fluye en el día a día, que me entrega en cada respiración esperanzas, añoranzas y observaciones nuevas. Para reinventar esta experiencia de ver el cuerpo en el que habito y sus cambios y aceptar con amor lo que me fue entregado en él. Para saber que en los ojos del alma todo trasciende y sólo la eternidad presente es real.

La mirada se pierde entre las hojas de los árboles que se mueven con natural desparpajo y entrego mis sentimientos de tristeza ancestral, aquella que no se de donde se desprende exactamente, aquella que se desdibuja ante la majestuosidad de la danza del viento que se siente sin verlo. Es en ese instante que reconozco que tengo fe y que estamos acompañados por presencias de otras realidades que nos cubren y alientan.

El camino de la existencia continúa, los roles hacen que me distraiga un poco, igual son parte de la alegría y gracia de sentirme necesitada y útil para este espacio terrestre que funciona así. En el entre tanto, me sumerjo en el sonido de los pájaros, de las hojas al viento, en las letras leídas y en las miradas perdidas que hablan al igual que yo con sus pensamientos.

 Mónica Fuquen

31 de julio de 2017

When I delight in the spice of life, I observe with special attention the events that renew my existence. I let go of all that which has already been transformed. I experience the woman, the little girl, that hugs me and leaps up and down with joy. I’m once again a soul that explores the world and its sounds; Those same sounds that take me to other worlds.

I’m grateful for every step my feet take, at times unsure of themselves and at others so powerful that when I’m on their journey I don’t believe I can reach the destination. At once, those same steps take me, with certainty, through paths previously trodden and once lived. Their purpose is inexplicable yet intrinsically certain in every cell that vibrates and resonates throughout the universe.

It’s for this very reason that everything takes a route that I don’t recognize, which fluctuates with each passing day, and that brings with each breath new hopes, longings and observations in order to reinvent this experience and see the changes of this body in which I inhabit; accepting with love that which was bestowed on me while I lived in it. And to know that in the eyes of the soul, everything transcends and only eternity is real.

The view is lost among the trees’ leaves which move with a natural impudence. I hand over my emotions of an ancestral sadness; From whence it detached, I don’t know. It blurs before the majesty of the wind dance that is felt without being seen. It’s in this instance that I recognize that I have faith and that we are all accompanied by the entities from other realities that cover and encourage.

The path of existence continues. Distractions are minimal, yet they are part of the joy and grace of feeling needed and useful in this terrestrial space that functions in this manner. Within this space, meanwhile, I submerge myself in the sounds of birds, tree leaves, letters once read and views lost that speak as I do with their thoughts.

Monica Fuquen

July 31st 2017